LA TORRE DE LA MALMUERTA DE CÓRDOBA


Localización. La torre de la Malmuerta es uno de los monumentos medievales mejor conservados y más ignorados de Córdoba. Se encuentra entre las antiguas puertas del Colodro y del Rincón. Su emplazamiento le permitía el control y la defensa de estas dos puertas y vigilaba el acceso desde la actual carretera del Brillante, antigua vía romana. Por este camino, en la Edad Media, se accedía a las ermitas de la sierra —que ya existían—, a las casas de labor de la zona y a una de las vías de comunicación con Extremadura.
Arriba, en el círculo negro,
                se encuentra la torre

Era el edificio militar más alto de Córdoba (numerosas torres de iglesias eran más altas pero no servían para la defensa). Desde su azotea se tiene una magnífica panorámica de toda la ciudad: en el extremo más alejado se ve el Guadalquivir, el Arenal y el Campo de la Verdad. Es un lugar apto para controlar, visualmente, toda la urbe, aunque no fuera principalmente la finalidad de su construcción.
Litografía de 1875. Se realizó teniendo como
modelo una fotografía tomada en 1873 
Que en el mismo lugar que hoy ocupa la torre hubo otra anterior con el mismo nombre no responde a la realidad. La torre es original, de nueva planta y en su lugar no hubo ninguna torre anterior.

El nombre "Malmuerta". Aunque hoy solo se la conoce como “Torre de la Malmuerta”, hace siglos se le llamaba también “Torre de la Encantada” y “Torre del Milagro”. Sobre el origen del nombre "Malmuerta" nada se sabe con seguridad. La leyenda que atribuye su construcción a un castillo de un marido que mató por celos injustificados se enmarca, solo, dentro de la fantasía popular. Sí se podría admitir que, quizá, un nombre tan sugerente, pudiera tener en su origen un hecho criminal, pero esto es solo una posibilidad. 


Cuadro del siglo XIX, de Rodríguez Losada. 
Representa el asesinato de una mujer. La 
leyenda más extendida sobre la torre. 
Fecha de su construcción. Sabemos su fecha de construcción con seguridad porque, empotrada entre sus muros, hay una lápida de piedra. Ahí hay dos recuadros: uno superior con las armas reales de Enrique III, que aún conserva restos de policromía en rojo y negro, y otro inferior con una inscripción que es la que nos  interesa. Se trata de un texto testimonial, contemporáneo a su construcción, que detalla el rey que la mandó construir: Enrique III (primer rey de Castilla que, antes de ser coronado rey, llevó el título de Príncipe de Asturias. Título de los herederos de la corona española). En la lápida también viene la duración de las obras (1406-1408), y puntualiza incluso cuando se comienzan los cimientos. Se especifica hasta los personajes más importantes de Córdoba durante la ejecución de las obras: el obispo, el corregidor, los regidores, el alguacil mayor, etc. Todos estos datos —expuestos con gran visión histórica— aportan las fechas y circunstancias de la torre con una seguridad absoluta. En la lápida poner lo siguiente:

Arriba, escudo de Enrique III, con 
restos de sus colores originales 
tras más de 600 años. Abajo, lápida con
numerosos datos sobre  su construcción. 
“En el nombre de Dios porque los buenos fechos de los reyes no se olviden esta Torre mando facer el mui poderoso Rey don Henrique e comenzo el cimiento el dotor Pero sanchez Corregidor de esta Cibdad e comenzose a sentar en el año de nvestro Señor Jesv Christo de MCCCCVI años e seyendo Obispo Don Fernando Deza e oficiales por el Rey diego fernandez Mariscal alguacil mayor el Dotor Luis Sanchez Corregidor e regidores Ferrando Diaz de Cabrera e Rui Gutierrez (...) e Rui Fernandez de Castillejo e Alfonso (...) de Albolafia e Fernan Gomez e acabose en el año MCCCCVIII años” 

Además de este documento, que hubiera sido suficiente para datar la torre, existen otros escritos que siguen ampliando información. Como la Crónica del rey Juan II de Castilla. Al tratar del reinado de su padre Enrique III, expone:

Real Provisión de Enrique III, de 1404. Explica 
que le dinero para construir la torre se obtuvo, 
entre otras cosas, de las multas a los jugadores
“e tuvo a Córdoua en mucha justiçia e fizo muchas labores en los muros de la dicha çiudad; e fizo vna torre que dizen de Malmuerta, muy grande, de cal e de canto, que es a vn canton de la çibdad, e fizo vna torre de Guadacabrillas, camino de Seuilla, por la guarda del camino”.

Fotografía de 1863. Es una 
buena imagen de la 
Córdoba decimonónica.
Razones de su construcción. Son varias. Las difíciles circunstancias del momento: inseguridad, conflictos, lucha de intereses y guerras, personajes que deseaban el poder —Leonor de Navarra y Alfonso Enríquez—; el deseo del rey de limitar el poder de las Cortes; refrenar un intento de invasión desde Portugal; intentar frenar el expansionismo turco; limpiar de piratas el estrecho de Gibraltar y reanudar las campañas contra los moros de Granada. Estas fueron algunas de las circunstancias del reinado de Enrique III. En unos años tan inseguros, el aumento de fortificaciones fue una cuestión de primera importancia.

Cámara de tiro para soldados
armados con arcos o ballestas
Elementos de arquitectura defensiva. Es la única torre albarrana que queda de las cuatro albarranas que existieron en Córdoba. Estas torres se caracterizan por estar separadas de la muralla y estar unidas a ella por un pequeño lienzo de muralla que, como el caso de la Malmuerta, tiene un arco. El material de construcción son sillares de piedra caliza. Cuando no ajustan bien, los sillares se calzan con fragmentos de cerámica y pequeñas piedras que se llaman ripios. La disposición de los sillares a soga y tizón, la regularidad de su talla y las características constructivas de sus alzados son un buen ejemplo de construcción cristiana de la Baja Edad Media en Córdoba.

Alzado de la torre. La bóveda de la cámara 
          tiene 10 m de altura. Y la altura total
de la torre es de 25.5 m.
Algunas medidas. El arco que la une a la muralla de la ciudad es de medio punto rebajado y tiene una altura de 11´75 m, su luz es de 5´5 m y la flecha de 2´25 m. La altura de la torre es de 25´5 m: el primer piso —completamente macizo—, mide 12´5 m de altura, la cámara principal 10 m y el tercer cuerpo, formado por el antepecho y las almenas suma 3 m desde el intradós de la bóveda inferior. La base de la torre es un octógono cuyos lados exteriores miden 6´00 m de longitud, los interiores 3´50 m y el grosor de sus muros 3´00 m.

El interior de la estancia es muy interesante. Tiene cuatro pequeñas cámaras cuadradas empotradas en los muros. Estas cámaras tienen 1´40 m de lado. En ellas cabe perfectamente un soldado que puede protegerse mientras asoma su arma de tiro por tensión (arcos o ballestas), a través de la estrecha saetera que da al exterior y cuya anchura es de 0´10 m.

Los espolones. Servían 
para evitar que se acercaran
las máquinas de asedio
En la azotea nos encontramos con el almenaje del edificio: una coronación de cuarenta almenas: 32 frontales y 8 esquinadas. En la azotea es muy digno de mención que, entre las almenas, hay un reborde con un pequeño hueco central: son los módulos con los orificios por donde entraba la punta central de las 40 ballestas que podían dispararse a la vez, pues son 40 los huecos que hay entre las almenas. Así se lograba que el dardo obtuviera el máximo alcance en el tiro.

           Los espolones. Hemos de aclarar un error generalizado. Casi todos los que han escrito algo sobre la torre afirman que tiene siete contrafuertes en su base. Pero la torre no tiene ningún contrafuerte. En arquitectura medieval un contrafuerte sirve para reforzar los muros del edificio y, en la torre, no los hay. La obra maciza, de forma y planta triangular que hay en siete de sus ocho lados son espolones y no contrafuertes. La finalidad de los espolones. Su finalidad era impedir que las máquinas de asedio —generalmente, torres móviles de madera— se acercaran a los muros hasta pegarse a ellos y los soldados enemigos pudieran entrar desde las torres de asedio a la azotea de la fortificación asediada.

Rasgos gótico-mudéjares. El único elemento ornamental del edificio está en el exterior, bajo las almenas: dos cenefas que rodean completamente la torre. Hay otros tres detalles propios de su cronología gótica: los arcos que cubren las cámaras de tiro, que son apuntados, la puerta de acceso también ligeramente apuntada y la bóveda de la cámara, con ocho plementos que confluyen en una clave. Son los únicos detalles que responden a su época de construcción gótico-mudéjar.
Marcas de cantero de los sillares de la torre. Muchas de ellas son 
iguales a las de la iglesia de San Miguel el castillo de Almodóvar. 
Esto demuestra que los constructores de la torre
construyeron también la iglesia y el castillo. 

Marcas de canteros. Son señales grabadas en la superficie de cualquiera de las caras del bloque de piedra. En la torre hay 34 marcas diferentes que aportan la siguiente información. 1º. Que fuero muchos los canteros diferentes que intervinieron en el abastecimiento de sillares para la construcción de la torre. 2º. Que hubiera tantos abastecedores de piedras posibilitó que se construyera en tan corto espacio de tiempo: solo dos años. 3º. Que los canteros que trabajaron en la construcción de la Malmuerta fueron, en parte, los mismos que trabajaron en otros edificios medievales de Córdoba: la Iglesia de San Miguel y el castillo de Almodóvar del Río.


Hechos históricos de la torre. Que la torre de la Malmuerta se conserve en la actualidad, sin haber sido derribada, se debe al azar. Hasta hoy, nunca ha existido un plan concreto para salvarla de la piqueta ni interés para conservarla por parte del municipio.
La torre en un grabado 
          de 1849, basado en una 
    xilografía de 1820.

En el siglo XVII sirvió de prisión para los miembros de la nobleza local que, a causa de su alta dignidad, se negaban a ser encerrados en la misma cárcel que los presos comunes. En el siglo XVIII, sirvió para que el erudito cordobés Gonzalo Antonio Serrano realizara observaciones astronómicas. El terremoto de Lisboa del 1.XI.1755 que tantos monumentos destruyó en la Península Ibérica y, sobre todo, en Portugal, dejó ilesa la torre y la piedad popular comenzó a hablar de la “Torre del Milagro”. En 1789 el ayuntamiento decidió derribar la zona de muralla que la unía a la torre.

En 1850 se utilizó como almacén de pólvora. Guardar un material tan peligroso en un edificio dentro de la ciudad se convirtió en un problema y fue motivo de una larga disputa entre diversos organismos públicos. En agosto de 1862 la pólvora seguía allí y en febrero de 1864 se trasladó a San Jerónimo mientras se construía un polvorín.

Interior de la torre en 1951, durante la exposición:
"Los cordobeses y el descubrimiento de América"
El interior en 1951 con muebles de época y ventanas 
de cristales emplomados para la exposición"Los 
cordobeses y el descubrimiento de América".

En 1896 uno de sus ángulos amenaza ruina. Como suponía un inminente peligro para los vecinos se decidió que, para evitar un posible accidente, lo mejor es derribar la escalera de acceso: en vez de restaurar, derribar. Parecía que la torre no se salvaría. Su interior se había utilizado para diversos fines. Así llegó hasta el siglo XIX, y tras sacar la pólvora de allí —antes de derribar las escaleras que la unían a la muralla—, su interior sirvió como cámara de fumigación de ropas infectadas en tiempos de epidemia. En 1928 la torre se utilizó como almacén de muebles y en 1930 se cedió como sede para la sección cordobesa del Patronato de los Exploradores de España. Pocos años más tarde, durante la guerra civil, vuelve a ser utilizada. Esta vez como refugio de la población civil del barrio del Matadero ante los bombardeos de la aviación republicana. En 1951 se instaló en ella una pequeña exposición dedicada a los cordobeses que participaron en el descubrimiento de América. Algunos otros usos, más o menos esporádicos, se le han ido dando hasta hoy.

Fotografía "coloreada" del siglo XIX
El entorno. Hay un importante detalle que desentona con el entorno: la Escuela de Relaciones Laborales, contigua a la torre y construida en 1997. Es un edificio sin valor artístico para el que se podría haber buscado un lugar más conveniente o un diseño más acorde con el monumento. Con su construcción se perdió una buena oportunidad para que su entorno hubiera quedado libre de edificios modernos. Sus alrededores se podían haber urbanizado en función de la fortificación y haber favorecido un pequeño centro monumental. Cabe pensar en otras ciudades españolas y europeas, con monumentos semejantes o de menor valor, en el que estos detalles se cuidan con más interés. Además, la casa de al lado es del siglo XVII y hubiera favorecido la formación de ese pequeño conjunto monumental. Hoy, sin embargo, queda separada de la torre por la Escuela de Relaciones Laborales.

Peligros actuales. En el siglo XXI, los peligros de la torre son comunes a la mayoría de los monumentos de toda Europa. La palomina (excrementos de paloma) contiene una alta cantidad de ácido fosfórico y úrico que atacan la piedra con su acción degradante. Otro peligro es la contaminación atmosférica, en este caso, proveniente de los coches y autobuses. Y, en tercer lugar, la humedad (en este caso por condensación o capilaridad) que ataca los edificios poniendo en riesgo su consistencia.


Escalera de ascenso desde la 
cámara  hasta la azotea.



En lo que se refiere a las leyendas y tradiciones, no hay muchos monumentos en Córdoba que tengan más que la torre de la Malmuerta. Bastan, para comprenderlo, los tres nombres que a lo largo de los siglos se le ha ido dando: "Torre de la Malmuerta", "Torre de la Encantada" y "Torre del Milagro"








Bibliografía:
GARCÍA DEL JUNCO, F., La torre de la Malmuerta (Córdoba). Castillos de España, nº 133. Madrid, 2004.
GARCÍA DEL JUNCO, F., Las marcas de cantero como señal de sincronía en los edificios de un castillo. Castillos de España, nos 171-172, Madrid, 2013
GARCÍA DEL JUNCO, F., La torre de la Malmuerta de Córdoba, ed. Almuzara, 2013, Córdoba.

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