¿ CASTELLANO  O  ESPAÑOL ?



La importancia de muchas palabras va más allá de su aparente significado lingüístico. Alcanzan un significado ideológico que suele escapar a quien las utiliza. Su importancia es mayor de lo que parece. En Occidente, poco a poco, ha servido para ir manipulando la historia e ir cambiando el pensamiento. Son muchos los términos que se adaptan a este planteamiento, turbio pero muy eficaz. Vamos a analizar un caso de palabras que se han impuesto a la realidad. ¿Cómo?, ¿Por qué? Veámoslo.

¿ “Castellano”  o  “español” ?

Contestaros a esta pregunta: ¿en qué lengua hablamos nosotros? ( … que cada uno lo piense … ) Quizá, la mayor parte habrá pensado: “en castellano”.

Actualmente, para referirse al idioma común que, según la constitución, todos los españoles tenemos el derecho y el deber de conocer, generalmente se utiliza el término “castellano”. Los españoles, por lo visto, hablamos en castellano. No en español. La utilización del término “castellano” en vez de “español” es correcta si tenemos en cuenta dónde nació el idioma: en Castilla. Por tanto, parece adecuado emplear la palabra “castellano”.

¿Qué pasa en los demás países de Europa?

Y siguiendo esa lógica: que en España se habla castellano porque este idioma nació en Castilla, en Alemania hablarían “germano”, porque fue en la antigua zona de Germania donde nació ese idioma. En Italia “toscano”, porque fue en La Toscana donde nació esa lengua. Y en Rusia “moscovita”, porque fue en el ducado de Moscú donde nació el ruso. Y en Francia hablarían “occitano”, porque fue en Langued´oc donde nació el francés. 

Sin embargo, en esos países, no se habla ni occitano, ni germano, ni toscano, ni moscovita. Se habla francés, alemán, italiano y ruso. Y esto son solo algunos ejemplos pues en todos los países grandes sucede lo mismo[1]. Por tanto, como la razón no es la zona geográfica donde nació el idioma, tenemos que buscar otro argumento. Ese argumento podría ser que, en España, además del castellano se hablan otras lenguas y dialectos: catalán, vasco, gallego, bable, mallorquín, etc. y eso no sucede en los otros países. ¿No sucede en los otros países? Vamos a verlo:

En Francia existen, entre otras, las siguientes lenguas y dialectos: provenzal, alsaciano, gabache, bretón, flamenco y así hasta 17 lenguas distintas. En Italia se habla piamontés, lombardo, ligur, boloñés, corso, sardo, romano, umbro, marchigiano, siciliano, napolitano, calabrés y algunas otras. En Alemania el sórabo, frisón, danés, suabo, bávaro, franconio, jiddisch, coloniense, limburgués, turingio, silesio, plautditsch, westfalio, markisch, pomeranio, etc. Y en Rusia el abazo, altái, baskir, buriato, cabardiano, calmuco, chechenio, erziano, ingusetio, mansi, nogayo, osetio, tártaro, tuvano, yacuto y así hasta casi 200 lenguas más. Entonces ¿por qué en España no se sigue la lógica normal de Europa y se dice “español”, en vez de “castellano”?

Para explicarlo, es importante saber lo siguiente: un idioma oficial tiene la finalidad principal de ser el elemento unificador más importante de un pueblo: “el elemento unificador más importante”, sí. Hoy se admite que la lengua es el rasgo principal de un país y un idioma concreto refuerza el sentimiento nacional de quienes lo hablan. Por eso no permiten el español en Cataluña, para que la población solo hable catalán y se sienta aglutinada en un elemento común tan importante como el idioma. Excluyendo a los demás.

¿Cuándo comenzó a decirse “castellano” en vez de “español”? Fue en los meses anteriores al referéndum para la aprobación de la constitución española de 1978. En aquel tiempo, los diputados que estaban preparando esa constitución, para intentar que los nacionalismos vasco y catalán la aprobaran y cooperaran con el resto de España en construir la joven democracia que entonces empezaba, les hicieron grandes concesiones. En esos meses los partidos nacionalistas vasco y catalán expusieron que, puesto que el vasco y el catalán, también se hablaban en parte de España, usar el término “español” para nombrar la lengua común de los españoles “discriminaba” a las otras lenguas que también se hablaban en alguna parte de España.

Dicho razonamiento nos separaba de la lógica común que se usa en toda Europa, pero los representantes de los partidos de ámbito nacional pensaron —equivocadamente, como vemos en la actualidad— que haciendo concesiones a los partidos nacionalistas vasco y catalán se complacería su aspiración de autonomía. Una autonomía que, entonces, no era tan radical como ahora. Pensaron que, al hacer las concesiones de competencias más amplias de toda Europa[2], los nacionalistas vascos y catalanes se conformarían y darían por cerrado su proceso de autonomía. En definitiva: una vez que hubieran obtenido todo lo que deseaban, ayudarían en la marcha general de toda España, sintiéndose parte del país.

Hoy, 37 años más tarde, muchos españoles ven el error de aquella actuación. Los españoles sí, menos los políticos que no saben reconocer sus propios errores porque eso les obligaría a rectificar. Las ansias de independencia de los partidos nacionalistas vasco y catalán están ahora más exaltadas que nunca, y las ideas independentistas que nadie sabe, por ahora, como acabarán.

Esta es la razón por la que, actualmente, se habla de “castellano” y no de “español”. El término “español” es correcto pero, poco a poco, han ido quitándolo de la circulación y. hoy, solo algunos que saben la razón de ese cambio de lengua utilizan, legítima y lógicamente, el término “español” en vez de “castellano”. Igual que en Francia, en Italia, en Alemania, en Rusia y en los demás países de Europa. Una vez más: “Spain is different”.



                                                                                                           



[1] Se puede objetar que, en Gran Bretaña, sí se habla inglés. Pero eso es debido a que “gran bretañés” y sus traducciones a cualquier idioma, suena ostensiblemente mal. ¿Decimos, entonces, “bretón”? No, porque ya se habla en una región de Francia.
[2] Más amplias que las de los 16 landers alemanes, de los 23 cantones suizos, de los 3 reinos y repúblicas de Gran Bretaña, de las 2 regiones autónomas de Portugal, de las 20 regiones italianas y de las 83 regiones federadas rusas.

LA TORRE DE LA MALMUERTA DE CÓRDOBA


Localización. La torre de la Malmuerta es uno de los monumentos medievales mejor conservados y más ignorados de Córdoba. Se encuentra entre las antiguas puertas del Colodro y del Rincón. Su emplazamiento le permitía el control y la defensa de estas dos puertas y vigilaba el acceso desde la actual carretera del Brillante, antigua vía romana. Por este camino, en la Edad Media, se accedía a las ermitas de la sierra —que ya existían—, a las casas de labor de la zona y a una de las vías de comunicación con Extremadura.
Arriba, en el círculo negro,
                se encuentra la torre

Era el edificio militar más alto de Córdoba (numerosas torres de iglesias eran más altas pero no servían para la defensa). Desde su azotea se tiene una magnífica panorámica de toda la ciudad: en el extremo más alejado se ve el Guadalquivir, el Arenal y el Campo de la Verdad. Es un lugar apto para controlar, visualmente, toda la urbe, aunque no fuera principalmente la finalidad de su construcción.
Litografía de 1875. Se realizó teniendo como
modelo una fotografía tomada en 1873 
Que en el mismo lugar que hoy ocupa la torre hubo otra anterior con el mismo nombre no responde a la realidad. La torre es original, de nueva planta y en su lugar no hubo ninguna torre anterior.

El nombre "Malmuerta". Aunque hoy solo se la conoce como “Torre de la Malmuerta”, hace siglos se le llamaba también “Torre de la Encantada” y “Torre del Milagro”. Sobre el origen del nombre "Malmuerta" nada se sabe con seguridad. La leyenda que atribuye su construcción a un castillo de un marido que mató por celos injustificados se enmarca, solo, dentro de la fantasía popular. Sí se podría admitir que, quizá, un nombre tan sugerente, pudiera tener en su origen un hecho criminal, pero esto es solo una posibilidad. 


Cuadro del siglo XIX, de Rodríguez Losada. 
Representa el asesinato de una mujer. La 
leyenda más extendida sobre la torre. 
Fecha de su construcción. Sabemos su fecha de construcción con seguridad porque, empotrada entre sus muros, hay una lápida de piedra. Ahí hay dos recuadros: uno superior con las armas reales de Enrique III, que aún conserva restos de policromía en rojo y negro, y otro inferior con una inscripción que es la que nos  interesa. Se trata de un texto testimonial, contemporáneo a su construcción, que detalla el rey que la mandó construir: Enrique III (primer rey de Castilla que, antes de ser coronado rey, llevó el título de Príncipe de Asturias. Título de los herederos de la corona española). En la lápida también viene la duración de las obras (1406-1408), y puntualiza incluso cuando se comienzan los cimientos. Se especifica hasta los personajes más importantes de Córdoba durante la ejecución de las obras: el obispo, el corregidor, los regidores, el alguacil mayor, etc. Todos estos datos —expuestos con gran visión histórica— aportan las fechas y circunstancias de la torre con una seguridad absoluta. En la lápida poner lo siguiente:

Arriba, escudo de Enrique III, con 
restos de sus colores originales 
tras más de 600 años. Abajo, lápida con
numerosos datos sobre  su construcción. 
“En el nombre de Dios porque los buenos fechos de los reyes no se olviden esta Torre mando facer el mui poderoso Rey don Henrique e comenzo el cimiento el dotor Pero sanchez Corregidor de esta Cibdad e comenzose a sentar en el año de nvestro Señor Jesv Christo de MCCCCVI años e seyendo Obispo Don Fernando Deza e oficiales por el Rey diego fernandez Mariscal alguacil mayor el Dotor Luis Sanchez Corregidor e regidores Ferrando Diaz de Cabrera e Rui Gutierrez (...) e Rui Fernandez de Castillejo e Alfonso (...) de Albolafia e Fernan Gomez e acabose en el año MCCCCVIII años” 

Además de este documento, que hubiera sido suficiente para datar la torre, existen otros escritos que siguen ampliando información. Como la Crónica del rey Juan II de Castilla. Al tratar del reinado de su padre Enrique III, expone:

Real Provisión de Enrique III, de 1404. Explica 
que le dinero para construir la torre se obtuvo, 
entre otras cosas, de las multas a los jugadores
“e tuvo a Córdoua en mucha justiçia e fizo muchas labores en los muros de la dicha çiudad; e fizo vna torre que dizen de Malmuerta, muy grande, de cal e de canto, que es a vn canton de la çibdad, e fizo vna torre de Guadacabrillas, camino de Seuilla, por la guarda del camino”.

Fotografía de 1863. Es una 
buena imagen de la 
Córdoba decimonónica.
Razones de su construcción. Son varias. Las difíciles circunstancias del momento: inseguridad, conflictos, lucha de intereses y guerras, personajes que deseaban el poder —Leonor de Navarra y Alfonso Enríquez—; el deseo del rey de limitar el poder de las Cortes; refrenar un intento de invasión desde Portugal; intentar frenar el expansionismo turco; limpiar de piratas el estrecho de Gibraltar y reanudar las campañas contra los moros de Granada. Estas fueron algunas de las circunstancias del reinado de Enrique III. En unos años tan inseguros, el aumento de fortificaciones fue una cuestión de primera importancia.

Cámara de tiro para soldados
armados con arcos o ballestas
Elementos de arquitectura defensiva. Es la única torre albarrana que queda de las cuatro albarranas que existieron en Córdoba. Estas torres se caracterizan por estar separadas de la muralla y estar unidas a ella por un pequeño lienzo de muralla que, como el caso de la Malmuerta, tiene un arco. El material de construcción son sillares de piedra caliza. Cuando no ajustan bien, los sillares se calzan con fragmentos de cerámica y pequeñas piedras que se llaman ripios. La disposición de los sillares a soga y tizón, la regularidad de su talla y las características constructivas de sus alzados son un buen ejemplo de construcción cristiana de la Baja Edad Media en Córdoba.

Alzado de la torre. La bóveda de la cámara 
          tiene 10 m de altura. Y la altura total
de la torre es de 25.5 m.
Algunas medidas. El arco que la une a la muralla de la ciudad es de medio punto rebajado y tiene una altura de 11´75 m, su luz es de 5´5 m y la flecha de 2´25 m. La altura de la torre es de 25´5 m: el primer piso —completamente macizo—, mide 12´5 m de altura, la cámara principal 10 m y el tercer cuerpo, formado por el antepecho y las almenas suma 3 m desde el intradós de la bóveda inferior. La base de la torre es un octógono cuyos lados exteriores miden 6´00 m de longitud, los interiores 3´50 m y el grosor de sus muros 3´00 m.

El interior de la estancia es muy interesante. Tiene cuatro pequeñas cámaras cuadradas empotradas en los muros. Estas cámaras tienen 1´40 m de lado. En ellas cabe perfectamente un soldado que puede protegerse mientras asoma su arma de tiro por tensión (arcos o ballestas), a través de la estrecha saetera que da al exterior y cuya anchura es de 0´10 m.

Los espolones. Servían 
para evitar que se acercaran
las máquinas de asedio
En la azotea nos encontramos con el almenaje del edificio: una coronación de cuarenta almenas: 32 frontales y 8 esquinadas. En la azotea es muy digno de mención que, entre las almenas, hay un reborde con un pequeño hueco central: son los módulos con los orificios por donde entraba la punta central de las 40 ballestas que podían dispararse a la vez, pues son 40 los huecos que hay entre las almenas. Así se lograba que el dardo obtuviera el máximo alcance en el tiro.

           Los espolones. Hemos de aclarar un error generalizado. Casi todos los que han escrito algo sobre la torre afirman que tiene siete contrafuertes en su base. Pero la torre no tiene ningún contrafuerte. En arquitectura medieval un contrafuerte sirve para reforzar los muros del edificio y, en la torre, no los hay. La obra maciza, de forma y planta triangular que hay en siete de sus ocho lados son espolones y no contrafuertes. La finalidad de los espolones. Su finalidad era impedir que las máquinas de asedio —generalmente, torres móviles de madera— se acercaran a los muros hasta pegarse a ellos y los soldados enemigos pudieran entrar desde las torres de asedio a la azotea de la fortificación asediada.

Rasgos gótico-mudéjares. El único elemento ornamental del edificio está en el exterior, bajo las almenas: dos cenefas que rodean completamente la torre. Hay otros tres detalles propios de su cronología gótica: los arcos que cubren las cámaras de tiro, que son apuntados, la puerta de acceso también ligeramente apuntada y la bóveda de la cámara, con ocho plementos que confluyen en una clave. Son los únicos detalles que responden a su época de construcción gótico-mudéjar.
Marcas de cantero de los sillares de la torre. Muchas de ellas son 
iguales a las de la iglesia de San Miguel el castillo de Almodóvar. 
Esto demuestra que los constructores de la torre
construyeron también la iglesia y el castillo. 

Marcas de canteros. Son señales grabadas en la superficie de cualquiera de las caras del bloque de piedra. En la torre hay 34 marcas diferentes que aportan la siguiente información. 1º. Que fuero muchos los canteros diferentes que intervinieron en el abastecimiento de sillares para la construcción de la torre. 2º. Que hubiera tantos abastecedores de piedras posibilitó que se construyera en tan corto espacio de tiempo: solo dos años. 3º. Que los canteros que trabajaron en la construcción de la Malmuerta fueron, en parte, los mismos que trabajaron en otros edificios medievales de Córdoba: la Iglesia de San Miguel y el castillo de Almodóvar del Río.


Hechos históricos de la torre. Que la torre de la Malmuerta se conserve en la actualidad, sin haber sido derribada, se debe al azar. Hasta hoy, nunca ha existido un plan concreto para salvarla de la piqueta ni interés para conservarla por parte del municipio.
La torre en un grabado 
          de 1849, basado en una 
    xilografía de 1820.

En el siglo XVII sirvió de prisión para los miembros de la nobleza local que, a causa de su alta dignidad, se negaban a ser encerrados en la misma cárcel que los presos comunes. En el siglo XVIII, sirvió para que el erudito cordobés Gonzalo Antonio Serrano realizara observaciones astronómicas. El terremoto de Lisboa del 1.XI.1755 que tantos monumentos destruyó en la Península Ibérica y, sobre todo, en Portugal, dejó ilesa la torre y la piedad popular comenzó a hablar de la “Torre del Milagro”. En 1789 el ayuntamiento decidió derribar la zona de muralla que la unía a la torre.

En 1850 se utilizó como almacén de pólvora. Guardar un material tan peligroso en un edificio dentro de la ciudad se convirtió en un problema y fue motivo de una larga disputa entre diversos organismos públicos. En agosto de 1862 la pólvora seguía allí y en febrero de 1864 se trasladó a San Jerónimo mientras se construía un polvorín.

Interior de la torre en 1951, durante la exposición:
"Los cordobeses y el descubrimiento de América"
El interior en 1951 con muebles de época y ventanas 
de cristales emplomados para la exposición"Los 
cordobeses y el descubrimiento de América".

En 1896 uno de sus ángulos amenaza ruina. Como suponía un inminente peligro para los vecinos se decidió que, para evitar un posible accidente, lo mejor es derribar la escalera de acceso: en vez de restaurar, derribar. Parecía que la torre no se salvaría. Su interior se había utilizado para diversos fines. Así llegó hasta el siglo XIX, y tras sacar la pólvora de allí —antes de derribar las escaleras que la unían a la muralla—, su interior sirvió como cámara de fumigación de ropas infectadas en tiempos de epidemia. En 1928 la torre se utilizó como almacén de muebles y en 1930 se cedió como sede para la sección cordobesa del Patronato de los Exploradores de España. Pocos años más tarde, durante la guerra civil, vuelve a ser utilizada. Esta vez como refugio de la población civil del barrio del Matadero ante los bombardeos de la aviación republicana. En 1951 se instaló en ella una pequeña exposición dedicada a los cordobeses que participaron en el descubrimiento de América. Algunos otros usos, más o menos esporádicos, se le han ido dando hasta hoy.

Fotografía "coloreada" del siglo XIX
El entorno. Hay un importante detalle que desentona con el entorno: la Escuela de Relaciones Laborales, contigua a la torre y construida en 1997. Es un edificio sin valor artístico para el que se podría haber buscado un lugar más conveniente o un diseño más acorde con el monumento. Con su construcción se perdió una buena oportunidad para que su entorno hubiera quedado libre de edificios modernos. Sus alrededores se podían haber urbanizado en función de la fortificación y haber favorecido un pequeño centro monumental. Cabe pensar en otras ciudades españolas y europeas, con monumentos semejantes o de menor valor, en el que estos detalles se cuidan con más interés. Además, la casa de al lado es del siglo XVII y hubiera favorecido la formación de ese pequeño conjunto monumental. Hoy, sin embargo, queda separada de la torre por la Escuela de Relaciones Laborales.

Peligros actuales. En el siglo XXI, los peligros de la torre son comunes a la mayoría de los monumentos de toda Europa. La palomina (excrementos de paloma) contiene una alta cantidad de ácido fosfórico y úrico que atacan la piedra con su acción degradante. Otro peligro es la contaminación atmosférica, en este caso, proveniente de los coches y autobuses. Y, en tercer lugar, la humedad (en este caso por condensación o capilaridad) que ataca los edificios poniendo en riesgo su consistencia.


Escalera de ascenso desde la 
cámara  hasta la azotea.



En lo que se refiere a las leyendas y tradiciones, no hay muchos monumentos en Córdoba que tengan más que la torre de la Malmuerta. Bastan, para comprenderlo, los tres nombres que a lo largo de los siglos se le ha ido dando: "Torre de la Malmuerta", "Torre de la Encantada" y "Torre del Milagro"








Bibliografía:
GARCÍA DEL JUNCO, F., La torre de la Malmuerta (Córdoba). Castillos de España, nº 133. Madrid, 2004.
GARCÍA DEL JUNCO, F., Las marcas de cantero como señal de sincronía en los edificios de un castillo. Castillos de España, nos 171-172, Madrid, 2013
GARCÍA DEL JUNCO, F., La torre de la Malmuerta de Córdoba, ed. Almuzara, 2013, Córdoba.

EL CASTILLO DE ALMODÓVAR (CÓRDOBA)

             



            Situación y nombre. El castillo se encuentra sobre un cerro de 252 m. de altura sobre el nivel del mar y 131 m. sobre el centro del pueblo de Almodóvar. Esto le otorga la mayor de sus cualidades tácticas: un enorme alcance visual del territorio. Su superficie total es de 5.628 m2. El nombre del castillo deAlmodóvar” es la castellanización del árabe al-Mudawwar. Últimamente se le viene llamando castillo de “la Floresta” pero ese nombre es erróneo: nunca se llamó así y no aparece en ningún documento histórico antiguo.


En esta imagen se pueden ver cinco de las nueve torres del castillo.
De izquierda a derecha: torre Cadrada, Redonda, Escuela, Escucha
y de las Campanas (llamada también de la Miga)
Hechos en la dominación musulmana. En el año 741 un destacamento militar, procedente de Siria, se sublevó. Abd el Malik ben Qatan, emir de Córdoba, fue brusco con ellos y los sublevados lo apresaron y lo crucificaron, crucificando a su derecha un cerdo y a su izquierda un perro.

            En 759 el castillo sirvió de refugio al último gobernador del Emirato Dependiente, el emir Abd al-Rahmán al-Fihrí, a quien Abd al-Rahmán I derrotó, comenzando a partir de ese momento el Emirato Independiente de Córdoba. En 770 tuvo lugar de la batalla de Munmassar y Abdalá, se presentó en el castillo ante Abd al-Rahmán, para llevarle las cabezas cortadas de los vencidos.
  
Entrada al castillo. Las hojas de la puerta miden 5 m.
de altura. Están hechas como en la Edad Media pero
son del siglo XX. Arriba, a la derecha, el escudo "Corral"
que es el apellido de quien compró el castillo en 1629
En 1226 al-Bayyasí se coronó rey, engrandeció el castillo de Almodóvar y firmó una alianza con Fernando III el Santo. Cuando los musulmanes de Córdoba conocieron su alianza con un rey cristiano lo persiguieron y al-Bayyasí fue al castillo a refugiarse. Sin embargo, una vez dentro, su propio visir lo entregó a sus enemigos y le cortaron la cabeza a las puertas de la fortaleza. Cuando mostraron la cabeza cortada al rey musulmán de Sevilla, éste, la golpeó con una vara y le insultó. Como vemos entre los musulmanes que invadieron la Península Ibérica, la lucha se llevaba hasta el final, sin ningún tipo de compasión.

Algunos sucesos tras la reconquista. En 1240 reconquista el castillo el rey Fernando III el Santo, 4 años después de la reconquista de Córdoba. Con el fortalecimiento del castillo por los cristianos, se convierte en una fortaleza inexpugnable, así lo demuestra que varios reyes lo eligieran como residencia de sus estancias en Andalucía: Pedro I y Enrique II. Y, aún más, cuando Pedro I (1350-1369) lo usó como vivienda, guardaba allí su tesoro de monedas de plata y oro. Además el rey don Pedro y Enrique III lo utilizaron como prisión real para personas de gran importancia. Que era un lugar muy seguro lo prueba también el hecho de que, a finales del siglo XV, el dinero destinado a la reconquista de Granadas se guardaba entre sus muros. Además sus alcaides (los que mandaban en el castillo) se entrometían en el gobierno de las villas y ciudades pues, mandar en el castillo de Almodóvar, era un puesto deseado. 

Una de las galerías del castillo. La puerta de la izquierda da a la biblioteca,
La puerta del fondo al patio de armas y, por el fondo a la derecha,
se accede a la casa-palacio. Todas las paredes son de sillares de piedra,
y los techos son bóvedas de ladrillos encintados
Siempre fue un castillo importante. En un largo pleito entre Córdoba y la Orden de Calatrava, la fortaleza fue la fianza que Córdoba entregó a la Orden hasta que pagara una gran cantidad de dinero. Y en 1629, Felipe IV vende el castillo y su alcaidía por 1.500.000 de maravedíes, y el señorío de la villa por más de 15.000.000. Hasta hoy, la fortaleza ha permanecido en manos de la misma familia.

           
           Destrozos en la Guerra civil de 1936. En 1932 se habían enviado al castillo muebles, vajillas, libros, etc. El castillo estaba casi restaurado y se envió lo necesario para que se pudiera habitar. Pero la guerra civil española fue un atentado salvaje contra el patrimonio cultural de Almodóvar del Río. El conde de Torralva, que encargó la restauración, murió en diciembre de 1932 y se libró de ver como se destrozaba lo que había costado tanto tiempo, trabajo y dinero.

El castillo en una vista aérea de 1970.
         La guerra comenzó el 18 de julio y el mismo día 19, los republicanos comenzaron los destrozos. El saqueo duró desde el 19 al 23 de julio. Se quemaron los libros de la biblioteca, en la que había valiosos volúmenes de geografía, agricultura, historia, viajes, leyes, etc. en español, inglés, francés e italiano. Se quemaron diversas colecciones de documentos, 136 cajas de madera de caoba y de pino, varias librerías de caoba repletas de documentación. Numerosísimos planos, dibujos, bocetos y acotaciones del castillo, de las obras llevadas a cabo, de todos los pormenores que hubo que superar para salvar el monumento de su ruina: ¡todo ardía muy bien! Solo era cultura.

        Por la torre de las Campanas se tiró la valiosa vajilla que se había encargado expresamente para el castillo y que todavía estaba sin desembalar. También se quemaron los muebles de madera. Entre la capilla y la torre Escuela se amontonó todo lo que podía arder: todo el mobiliario que se había llevado para dejar el castillo habitable. El destrozo descendió a detalles como el arranque de los llamadores de bronce de la capilla y el rompimiento de los macetones de cerámica de colores de Triana con el escudo Corral: todo lo que se pudo destrozar se destrozó. Cuadros, tapices y lámparas corrieron la misma suerte. Fue lo mismo que pasó en tantos monumentos de todo el país.

Todo lo que se quemó estaba guardado en la capilla que, por estar terminada, servía de almacén. De aquí se sacaron muebles, libros y numerosos documentos sobre la propia restauración del castillo: planos, dibujos, anotaciones y un largo etc. que desapareció para siempre. Se había construido una capilla en el castillo y si no se cometieron sacrilegios, ni se quemaron imágenes fue porque. Por esa razón no había ni cuadros, ni imágenes de santos, de lo contrario hubieran corrido la misma suerte que los cuadros y las imágenes del propio pueblo de Almodóvar.

Razones de su emplazamiento. El lugar donde se construyó el castillo tiene numerosas ventajas. 1º- La altura del cerro le facilita mucho su defensa. 2º- Su estratégico dominio del espacio entre la campiña y la sierra. 3º- Los numerosos castillos que se ven desde su situación. 4º- El control del acceso a la campiña que posibilitaba la ocupación del territorio. 5º- La custodia del paso natural más importante y estratégico entre Castilla y Andalucía Occidental. 6º- El control del tráfico fluvial por el Guadalquivir y el dominio de su cauce pues en la Edad Media el río era navegable hasta Córdoba. 7º- La protección del camino entre Córdoba y Sevilla. 8º- La vigilancia del acceso a Córdoba por el sur, que garantizaba la seguridad de la ciudad. 9º- Su inmediación al río, que le permitía el abastecimiento de agua para los aljibes. 

   Este agujero en el techo es la única entrada que hay a la 
     mazmorra de la torre del Homenaje, a 8 m del suelo
  La única luz que llega es la que entra por dos 
  estrechas aspilleras. Su seguridad es absoluta.
     Subterráneos. Entre los numerosos subterráneos del castillo los más interesantes son las dos mazmorras, tres aljibes, una poterna, un pasadizo entre las torres Redonda y Cuadrada, una galería tras la casa-palacio, una galería en el sector sudoeste, un pasadizo en la zona norte, una galería extramuros al este, otra galería en la plaza de armas de la capilla, y algunos más.

Torres y murallas. El castillo tiene nueve torres. Dos califales del siglo X: Redonda y torreón del Moro. Una almohade del siglo XII: Escucha. Cinco cristianas del siglo XIV: Homenaje (la más importante del castillo, con 33 m. de altura), Cuadrada, Escuela, Campanas y Ceniza. Y una del siglo XX: Pequeña. Tiene casi medio Km. de murallas. En algunas zonas del castillo hay doble línea de murallas y en otras zonas hasta tres líneas. También hay un antemuro de gran anchura y longitud. El castillo nunca tuvo fosos ya que, por su ubicación, no eran necesarios.

Las marcas de cantero. Se han encontrado muchas de cantero en los sillares. Demuestran que, algunos de los canteros que tallaron sillares para el castillo, también lo hicieron para la torre de la Malmuerta y la Iglesia de San Miguel, ambas en Córdoba. Es una de las conclusiones más interesantes de la investigación reciente en el castillo ya que esto —mostrar distintos monumentos en que trabajaron los mismos canteros medievales— es una línea de investigación poco experimentada en las fortificaciones medievales de la Península Ibérica.

Las que exponemos a continuación son, únicamente, 22 de las 34 marcas diferentes encontradas en la Torre del Homenaje. En concreto las que pueden registrarse como variantes de cruz latina (línea superior), variantes de cruz griega (línea media) y variantes de forma de aspa (línea inferior)





Fases de construcción. En primer lugar aclaramos que, en el castillo de Almodóvar, no hubo ningún asentamiento anterior, ni romano ni visigodo. Existen dos periodos culturales: hispano-musulmán y cristiano. En época hispanomusulmana hubo tres momentos constructivos: emiral del siglo VIII (el perímetro de las murallas interiores), califal del siglo X (torre Redonda y Torreón del Moro), y almohade del siglo XII (torre Escucha y fortalecimiento de lienzos del sector sudoeste).

De época cristiana hay dos etapas constructivas: mudéjar del siglo XIII (el Revolcadero), y la ampliación del siglo XIV (torres del Homenaje, Cuadrada, Escuela, de las Campanas, Ceniza y el antemuro). Finalmente existen construcciones contemporáneas del siglo XX (casa-palacio, capilla y biblioteca)

Restauración. Aunque el arquitecto principal de la restauración fue Adolfo Fernández Casanova (Pamplona, Navarra, 1843-Madrid, 1915) también intervinieron Pablo Gutiérrez Moreno (Madrid, 1876-1959) y Antonio Illanes del Río (Umbrete, Sevilla, 1883-Sevilla, 1973). Hoy estamos en condiciones de afirmar que Casanova realizó un gran trabajo de restauración, entre otras cosas, porque se alejó considerablemente de los postulados de Viollet-le Duc. Afortunadamente no se dejó guiar por las ideas del arquitecto francés.
El patio de armas en 1925, durante la restauración. Al fondo la torre Escuela
Los estudios previos para la  restauración comenzaron en 1897 y en 1901 comenzó la restauración, materialmente hablando, de tallar y colocar sillares. Su término llegó con la guerra civil, el 18 de julio de 1936. Para entonces, casi todo el castillo estaba restaurado. La piedra para abastecer las obras provenía de nueve lugares diferentes: Posadas, Luque, Fuenreal, Monturque, Doña Mencía, Cobatillas, Montilla, Montoro y Puente Genil. La cantera que más sillares aportó fue la de Posadas. Y fueron nueve los tipos y trabajos de piedra que se encargaron: piedra ripia, asperón, granulada, desbastada, sillarejo, franca, de antepecho, blanca y sillarejo ordinario. Cada una de ellas se empleaba en un lugar determinado de la fortaleza. Hemos contabilizado hasta 300 sillares de diferentes medidas, los mayores de 2´5 m de longitud.

Palacio, capilla y biblioteca. Estos tres edificios son del siglo XX. De la época de la restauración. Estos edificios: la casa-apeadero, la biblioteca y la capilla posibilitaron la ocupación del edificio y evitaron su abandono y nueva ruina ya que, si la restauración se hubiera limitado a la edificación medieval, no hubiera sido posible su uso en la actualidad.
"Hall" de Los Leones. Es la entrada a la casa-palacio
   que se encuentra en el patio de armas. Inspirada 
          en los leones de las Cortes Generales de Madrid..

La casa-Palacio. Es uno de los elementos más vistosos y estéticos de todo el conjunto y su estilo historicista no desentona con el entorno. Su diseño y construcción debe, casi en su totalidad, a Adolfo Fernández Casanova. Su lugar de construcción se eligió teniendo en cuenta las magníficas vistas a la campiña cordobesa. La escalera de entrada está flanqueada, al inicio de sus pasamanos, por dos leones sobre un pedestal que recuerdan, salvando las dimensiones, los leones de la escalinata de las Cortes Generales de Madrid, en los que están inspirados. Quizá la característica principal de esta casa-palacio es que en la fachada no hay nada simétrico. Se puso cuidado en que todos sus elementos estuvieran dispuestos de manera irregular de forma que cada sección de la fachada formara un todo diferente y que la fachada en conjunto no diera sensación de repetición ni de monotonía. Uno de los elementos más importantes de su interior es la señorial chimenea del antiguo comedor.

Su aspecto exterior merece una última consideración. Su estilo propio de países anglosajones, el contraste entre la piedra blanca y los ladrillos grises de la fachada, los chapiteles de las torrecillas, etc., nada de todo eso es “típico” en la arquitectura del sur de España. Si hay monumentos con esta estética, estos son escasos. ¿Por qué un estilo tan infrecuente? Porque el conde de Torralva estudió en Inglaterra, donde estos edificios son habituales. Allí conoció la arquitectura de las mansiones inglesas de los siglos XVII, XVIII y XIX y este es el “aire” que quiso darle a esta edificación.

La capilla. Este edificio, igual que la biblioteca, fue construido por Pablo Gutiérrez Moreno y Antonio Illanes del Río. Su estructura y el sitio en el que se levantó fueron replanteados y cambiados varias veces. Es el edificio más pequeño del castillo y el que más tiempo necesitó para construirse. Se comenzó a principios de 1919 y se terminó a mediados de 1934. Es muy posible que, en la Edad Media, el castillo tuviera una capilla como se desprende de algunos hechos históricos y arquitectónicos.  


Capilla del castillo de Almodóvar. De planta octogonal y cubierta por una
laboriosa bóveda de crucería inspirada en la bóveda de la Capilla de la
Quinta Angustia de Sevilla.

   Capilla del castillo de Almodóvar, con la Virgen del Rosario en el retablo.
Es un templo de reducido tamaño y bien proporcionado. De planta circular con una cúpula central rodeada por una galería. De los elementos de la capilla, la cúpula de lacería de estilo neomudéjar es su componente más importante. Está inspirada en la bóveda del primitivo convento dominico de San Pablo, en Sevilla, levantado tras la reconquista. Además, su reducido tamaño, su sistema de cubierta, su planta octogonal centrada y sus columnas en los ángulos del octógono hacen pensar que el arquitecto tomó ideas del templete de San Pietro in Montorio, edificio renacentista levantado por Bramante, en Roma, y sufragado por los Reyes Católicos a principios del siglo XVI.
 
La biblioteca. Es el único edificio que, exteriormente, no tiene ninguna afinidad estilística con el resto del conjunto. Es la mayor habitación del castillo (12´5 m de largo por 7 m de ancho por 5 m de altura.) Palaciega y bien proporcionada pero no parece que se tuviera en cuenta el conjunto de la fortaleza para que la biblioteca guardase una mínima conexión con ella. Al nordeste hay tres grandes ventanas ojivales y en su frente contrario una puerta que da al pasillo por el que se accede a la capilla.

        Biblioteca del castillo. Es una enorme habitación de más de 12 m. de longitud. Las vigas del techo son de madera
           de pino de tea y, en las ménsulas que las sostienen, están talladas figuras de cabezas humanas. A la derecha
           de la fotografía se pueden ver dos de los tres grandes ventanales de arcos apuntados que hay en la estancia.
Las preciosas vigas de madera que parecen sostener el techo y que se ven desde el interior sólo son decorativas. Hay 4 gruesas vigas a lo ancho, con magníficas labores neomudéjares, que recaen en 8 ménsulas y 16 vigas menores a lo largo. La madera que se eligió madera de pino de tea y se colocaron en mayo de 1924. El detalle más ornamental y elegante en este salón es, sin duda, el techo: por las vigas antedichas como por las ménsulas donde recaen. Junto a la simplicidad y frialdad decorativa de toda la estancia se colocaron ménsulas en forma de cabezas humanas con caras ligeramente ladeadas de una factura y belleza considerables. La idea se tomó de la iglesia del antiguo convento de los Trinitarios de la Rambla, Córdoba, donde las ménsulas que recogen la armadura del coro presentan los mismos motivos.


Uno de los mejores resultados de la restauración fue el respeto y fidelidad a la arquitectura del castillo tal y como era en la antigüedad. Esta fidelidad a lo antiguo es una constante que encontramos, numerosas veces, en las indicaciones de Fernández Casanova. Uno de sus grandes aciertos fue mantener las partes antiguas que no tenían rigurosa necesidad de sustitución. En este sentido fue especialmente interesante el empleo de algunos materiales antiguos del propio castillo que se reutilizaron en la restauración. Nos referimos a los sillares antiguos y en avanzado estado de destrucción que fueron sustituidos por otros pero no modernos sino de los viejos que había sueltos.

Irónicamente, ni Adolfo Fernández Casanova, que dirigió los trabajos durante 18 años (desde 1897 hasta su muerte el 11 de agosto de 1915), ni el conde de Torralva, que los financió durante 35 (desde 1897 hasta su muerte el 4 de diciembre de 1932), vieron finalizada la restauración del castillo. Los dos murieron antes de su definitiva interrupción.

BIBLIOGRAFÍA.
GARCÍA DEL JUNCO, F., ”El castillo de Almodóvar del Río (Córdoba). Una primera aproximación a su historia y restauración”, (2000), en Anales de Arqueología Cordobesa nº 11, Córdoba.
GARCÍA DEL JUNCO, F., Lectura arqueológica y proceso de restauración de una fortaleza medieval. El castillo de Almodóvar del Río, Córdoba. Siglos VIII-XX. (2011), Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra. Enlace permanente: http://hdl.handle.net/10171/20380, 2012.
GARCÍA DEL JUNCO, F., “Los subterráneos del castillo de Almodóvar del Río”, (2012), Actas del IV Congreso de Castellología, marzo de 2012, Madrid. Enlace: es/congreso/ACTAS.htm
GARCÍA DEL JUNCO, F., “Los subterráneos de Almodóvar”, (2012), en Castillos de España nº 167-170, Madrid.
GARCÍA DEL JUNCO, F., “Fundamentos teóricos de la restauración del castillo de almodóvar del Río (Córdoba)”, (2013), en MERIDIES nº 10, Córdoba.
GARCÍA DEL JUNCO, F., “Las marcas de cantero como señal de sincronía en los edificios de un castillo. El caso del castillo de Almodóvar”, (2013), en Castillos de España nº 171-172, Madrid.
GARCÍA DEL JUNCO, F., "Cómo hacer habitable un castillo medieval", (2013), en Castillos de España nº 178, Madrid.